Una de las muchas cosas buenas que tiene el ir al monte es el goce intenso que supone mirar desde la cima del mismo y contemplar el paisaje. En multitud de ocasiones, la naturaleza te regala momentos que quedan grabados en la retina del ojo, que se convierten en inolvidables y que son los que te animan a volver al encuentro de la montaña. En el Mandoia tuvimos oportunidad de disfrutar de uno de esos momentos.