lunes, 3 de marzo de 2008

En busca de piratas en Gorliz


La bahía de Gorliz y Plentzia es el escenario elegido por un tal Antón de Garay, primer corsario vizcaíno del que se tienen noticias, para acometer sus primeras hazañas, y escenario en donde los filibusteros vascos fueron protagonistas directos en los vaivenes en las sucesivas guerras que Carlos V y Felipe II entablaron con Francia e Inglaterra.
En la parte oriental de la bahía de Gorliz, después de pasado el sanatorio, comienza este recorrido hasta el pequeño puerto de Astondo. Las pocas dunas móviles existentes en Bizkaia se encuentran en este reducto, transcición del mar con el continente. Toda esta zona que ahora está protegida ­hasta hace poco los niños jugaban en sus naturales toboganes de arena­, ha sido repoblada con pino marítimo para impedir que las dunas sigan desplazándose.
Unas escaleras remontan por la ladera de dunas a mano derecha hasta un paseo que vuelve a retomar las estropeadas escaleras que ascienden por varios miradores, introduciéndose en caminos del interior vegetal para alcanzar la punta de Azkorri, que acoge al Castillo o fortín de Azkorriaga, que se yergue en la punta de Ustrikoetxe. Su fin fue defender el Señorío de Bizkaia del peligro de las incursiones enemigas por mar.
Un sendero descubre sus ruinas, pudiéndose observar un pequeño recinto rectangular con muro de mampostería. A pocos metros existe otra construcción de reducidas dimensiones que era utilizada como polvorín.
Se sigue por la cornisa hasta alcanzar un camino de carros, que traslada a las primeras baterías militares de esta parte de la costa. Posteriormente se alcanza por la derecha la carretera (prohibida para vehículos) que lleva hasta el cabo Villano, reconocible desde lejos por su faro.
Descendiendo por el faro se llega hasta una batería de búnkers de la última Guerra Civil, entrelazados con pasadizos en bastante mal estado, pero que pueden ser la delicia de los chavales que no tengan miedo de la oscuridad. Desde el último búnker, donde todavía se pueden ver los restos de un pesado cañón, un sendero baja bruscamente hasta las rocas del cabo Villano.
El regreso se puede hacer por la pista pasando junto a la granja experimental de la Diputación Foral de Bizkaia, lugar donde se encuentra el centro de recuperación de fauna silvestre, hasta llegar al punto de partida en Gorliz.