sábado, 7 de junio de 2008

Costera por el monte

Acantilados magníficos y paisajes que dejan boquiabiertos a quienes los contemplan jalonan el camino que une los pueblos costeros de Gorliz y Armintza. La ruta ofrece islas en forma de dragón, encinas centenarias y miradores naturales que se asoman al mar. Todo eso y mucho más en apenas dos horas.
Hasta el faro el camino asciende suavemente por una carretera asfaltada y cercada por estar en un terreno protegido y ganadero. Comienza cerca de la playa de Gorliz, en los alrededores de unas dunas petrificadas de 6.000 años de antiguedad que eran utilizadas como toboganes naturales de arena hasta que fueron declaradas de interés especial.
A medida que se asciende, y una vez pasado el Centro de Recuperación de la fauna salvaje, la vista se amplia. Atrás queda la bahía en forma de concha, la arena dorada, el promontorio de Barrika y los acantilados. En un giro del camino, aparece de pronto, en un alto, el faro con su torre blanca y su linterna acristalada. A la izquierda se deja un pequeño sendero de tierra firme que bordea los acantilados pasando por las ruinas del fortín Azkorriaga, del siglo XVIII.
El faro ofrece una panorámica de la costa y muestra por primera vez la isla Billano, un islote de piedra con forma de dragón, a apenas medio kilómetro de la costa.
A partir de aqui el camino abandona el asfalto, se estrecha y sube un corto trecho hasta desembocar en un paisaje de ensueño: a un lado, la isla Billano; al otro, la bahía, el puerto, la ría y los cascos urbanos de Gorliz y Plentzia. Todo ello enmarcado en la lejanía por algunos de los montes emplemáticos de Euskal Herria: Oiz, Anboto, Gorbea, Pagasarri o Ganekogorta.
El camino transcurre al borde del acantilado. Aparecen grupos de encinas en el camino hacia el monte Ermua, que con casi 300 metros de altitud es el lugar más elevado de la travesía y el que marca el punto de inflexión.
A partir de aqui, el camino desciende a través de bosques de eucaliptos y caminos más o menos pedregosos, hasta que entre la vegetación se vislumbra el puerto pesquero de Armintza, desde donde se puede volver en autobús.