domingo, 25 de enero de 2009

La ruta de la ballena

A poco más de 20 millas de la costa cantábrica, frente a Matxitxako, la mar bulle de vida. No sólo chicharros o bonitos o los exquisitos cimarrones o atunes rojos. Hablamos también de delfines comunes y listados, de cachalotes, de marposas, de calderones, de orcas, de zifios y de ballenas.
Desde la atalaya de Matxitxako puede verse el soplo de estas ballenas en el horizonte. Con prismáticos ese chorro marca la presencia del mayor ser que vive y ha vivido nunca sobre la Tierra, la ballena azul.
Más frecuente es el llamado rorcual aliblanco. Navegar a su lado es una experiencia inolvidable. Son tranquilos y dóciles si no se les molestan. Nadan pausadamente, entregados a la aburrida tarea de engullir miles de litros de agua para filtrar los camaroncillos y pescaditos que componen su dieta.
Al nadar muestran su cabeza, la aleta dorsal y la parte anterior de la cola. Soplan con vigor y, cada vez que se hunden, forman sobre el agua una superficie como de cristal.
El cantábrico es una zona privilegiada para el avistamiento de cetáceos. Todo un lujo.

No hay comentarios: