
En este último tramo el río atraviesa una espectacular garganta conocida como Hoces de Sobrón, en la que se alternan cantiles calizos y escarpados taludes que configuran un paisaje de gran belleza. De suaves y poco profundas orillas, el embalse es un espacio de ocio acuático inmejorable.
En este abrupto entorno, la vegetación es abundante y diversa, apareciendo tanto especies mediterráneas como atlánticas y posibilitando la existencia de una interesante fauna, entre la que destacan las aves rapaces que habitan en las paredes rocosas.
Una estrecha carretera tallada en la roca permite recorrer el desfiladero por la ribera alavesa y llegar hasta las inmediaciones de la central nuclear, donde el valle se ensancha y el paisaje se suaviza.
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