viernes, 29 de enero de 2010

Galdames, tierra de hierro

El río Barbadún marcó el pulso de Galdames. El monte y los bosques concedieron a sus habitantes la materia prima para la industria, el carbón vegetal que prendería un fuego alimentado por enormes fuelles. Por eso, para conocer el concejo, hay que dividirse en dos, caminar junto a la orilla y traspasar los robledos y encinares que abrigan sus montañas.
La doble ruta que se propone arranca desde el Ventorro hacia las ferrerías hidráulicas. Por el sendero, el visitante observará las truchas y piscardos nadando a través de las corrientes, habitadas desde los años 60 por las últimas nutrias de estos parajes.
Tras acercarse alas antiguas empresas ferronas, la marcha sigue hacia el molino de Valdibian, aún en perfecto estado debido al empeño de sus dueños por mantener la tradición familiar.
Pasada la antigua ferrería y el molino de La Olla, donde impresiona ver cómo el canal ensancha entre tres o cuatro metros, llegará al punete de Olakua parte de la antigua calzada real que unía Muskiz y Sopuerta.
Habrán sido 35 minutos de marcha que habrán de retrocederse para regresar al punto de partida.

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