
Ya en el barrio de Montellano, las vistas del concejo desde esta atalaya sorprenden al senderista, que debería fijarse en la casa de estilo trucense, propia de Enkarterri entre los siglos XVII y XIX, mezcla de caserío vasco y balconada cántabra. Unos metros más adelante aparece semirruída la Casa de San Ginés, que albergó el poder ejecutivo de la República en la segunda guerra carlista.
Y un tramo después, las lagunas La Vinagre, en cuyas profundidades yacen vagonetas y utensilios mineros que jamás podrán ser rescatados, y La Pesquera, rodeada de rastrosd e antiguas excavaciones pertenecientes a las minas de Montellano y San Antonio, cierran el recorrido que acabará definitivamente de nuevo en el Ventorro, tras haber cubierto hora y media más de caminata.
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