sábado, 13 de febrero de 2010

Aguaqué del río Sabando

El río Sabando discurre escondido un buen trayecto bajo los paisajes del parque de Izki entre las localidades de Sabando y Antoñana. En ese recorrido, sus aguas se retuvieron en tiempos pasados para mover el molino de Oteo, que sirvió a los pueblos vecinos y fueron enseguida redirigidas mediante un canal para regar las huertas de la villa medieval.
Este esceneario es el inicio del Aguaqué, denominación del canal que desvía el cauce del Sabando hasta las huerts de Antoñana y otrora las llevó hasta le mismo casco medieval. Para llegar al Aguaqué hay que caminar poco desde la misma aldea de Antoñana.
Se parte desde la espalda de la iglesia para tomar la carretera que se dirige al norte en busca de la aldea de Sabando y que debe seguirse durante un trecho de aproximadametne medio kilómetro, para abandonarla por la cuarta de las pistas que avanzan en el costado derecho, indicada con un balizamiento de bicicleta de montaña. Entre quejigos o escaramujos, el itinerario llanea hasta quedar envuelto por el bosque. La sombra de las hayas acompaña entonces al caminante y también al canal que se descubre tallado en la ladera.
Basta seguir sus aguas para toparse rápidamente con una muralla caliza hecha de bloques en caos entre los que se desliza el arroyo.
Hay que cruzar el arroyo bajo las rocas para encontrar la mejor mirada al salto de agua que cae sobre una poza digna de las lamias.
El camino puede tomar el mismo camino de retorno, pero sería un desperdicio. Es más entretenido acompañar al río en su cauce; y se hace por un sendero que recorre la ribera izquierda, escudriñando las pozas y los pequeños saltos de agua que se asoman entre las hayas. Cuando el río termina por esconsderse totalmente, el sendero se torna en pista y remonta en la ladera para alcanzar la pista parcelaria de Oteo, que en sentido descendente llevará hasta la ermita de la Virgen del Campo. Enseguida un camino transversal lleva ante las callejuelas de Antoñana.

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