viernes, 5 de marzo de 2010

El bosque de cruces de Hernio

El monte Hernio es el punto culminante de uno de los macizos más extensos e importantes de Guipúzcoa, y al que da nombre. Ubicado prácticamente en el centro geográfico de la provincia, está delimitado por los cursos de los ríos Urola (O) y Oria (E). Al norte llega hasta el Cantábrico por los submacizos de Andatza y Pagoeta, mientras que hacia el sur alcanza Urraki e Iruntxur antes de ceder el testigo a la sierra de Murumendi.
Pero el valor de Hernio no es sólo geográfico. Desde el punto de vista sentimental estamos ante una de las cumbres más queridas por los montañeros guipuzcoanos. Tanto, que junto a Aizkorri y Txindoki conforma la terna de montañas más emblemáticas de la provincia. No es de extrañar, por tanto, que su cima se haya convertido en un bosque de cruces, instaladas durante décadas en recuerdo a los muertos. La romería de Hernio, a la que la gente acude con cintas multicolores que ata a los crucifijos, se celebra todos los domingos de septiembre y parte de las campas de Zelatun.
La magia de este monte se completa con el poder curativo que la tradición otorga a los aros que hay en una cruz junto al refugio existente poco antes de la cumbre. Según la leyenda, curan el reuma, aunque antes hay que atravesar el cuerpo por ellos.
Las rutas de ascenso a una montaña con esta popularidad son muy numerosas, aunque sólo una ha logrado el título de 'clásica', la que desde el norte parte de la venta de Iturriotz, paso fundamental en la antigua ruta entre San Sebastián y los pueblos de Bizkaia y también lugar clave en el imaginario guipuzcoano, donde la tradición afirma que durmió San Ignacio de Loiola.

Partimos de la venta y pasamos junto a la ermita de San Juan, cuyo manantial cura la sarna, para badear el arroyo Iturriotz antes de acometer la subida por el pinar hasta el despejado collado de Leizeberri. A partir de aquí nos guiarán las marcas de GR (cruz de señales más adelante), que por una evidente y amplia senda nos encaminan hacia el oeste por la margen izquierda del barranco de la regata Zelatun, dejando a la derecha las laderas de Gazume.
Tras un recodo, divisamos el cresterío cimero de Hernio y, a su derecha, el collado Zelatun con sus refugios. Pero hasta alcanzarlo aún nos quedará una rato de agradable caminata, que exigirá ciertas precauciones por las rocas que afloran en el último tramo antes de llegar a él.
Desde Zelatun afrontamos ya el tramo final de subida, indicado por una señal que nos marca la distancia a la cima: 1 kilómetro. El sendero gana altura por la cara sur de la montaña. Al principio es sencillo, aunque luego se vuelve más sinuoso a la vez que aumenta la pendiente en busca del cordal cimero. Alcanzado éste, el camino pasa a la cara norte y por ella remonta hasta el refugio, cerca ya de la cumbre y su misteriosa colección de crucifijos.

No hay comentarios: