martes, 30 de marzo de 2010

El Picón del Carlista

El Picón del Carlista o Ranero es una de las principales cumbres de las Peñas de Ranero-Los Jorrios, intrincado complejo calizo que, junto con el macizo de Ubal, separa los valles de Karrantza (Vizcaya) y Rasines (Cantabria). Su doble denominación viene definida por la comunidad desde la que sea citada. El nombre de Picón del Carlista es el utilizado en Cantabria y sus orígenes se remontan al papel que esta zona tuvo en la primera Guerra Carlista durante la Batalla de Ramales, entre abril y mayo de 1836. En los veintidós días que duró la pugna por la estratégica capital de la comarca del Alto Asón, la montaña se convirtió en un decisivo enclave carlista.
Desde el punto de vista geológico, este macizo es fascinante. En su interior alberga uno de los sistemas de simas y cuevas más importante de Europa, con más de doscientas catalogadas. Destacan entre ellas Ventalaperra, por sus pinturas rupestres, Pozalagua, por sus estalactitas excéntricas, y la Torca del Carlista, por su tamaño. Esta oquedad, cuya boca se encuentra cerca de la cumbre del Picón, es la segunda mayor del mundo, con 500 metros de largo, 125 de alto y 240 de ancho.
La carretera a las cuevas de Pozalagua ha convertido la ascensión al Ranero desde Vizcaya en apenas un paseo de media hora entre rocas. Por contra, la subida desde Rasines, aunque también facilitada en un buen tramo por pistas, es menos conocida y permite una entretenida e interesante caminata por el corazón del lapiaz.La marcha comienza en el barrio resinés de Ojébar. En lo alto, en la aldea de Casavieja, se encuentra la ermita de Santa Ana (siglo XVII). Junto a ella parte una pista que remonta hacia el sur, a los praderíos altos del valle. A medida que se avanza, descubriremos una bifurcación que lleva al cercano mirador de Ojébar. Merece la pena visitarlo, pues las vistas del valle son espléndidas. Siguiendo su camino, desembocaremos en la pista principal.No tardaremos en llegar a un trifurcación, ya cerca del alto y bajo una torre de alta tensión. Aquí cogeremos la vía de la derecha, que desciende unos metros hasta el acceso vallado a varios prados. Un sendero junto al de más abajo nos acercará hacia el lapiaz. A la derecha, el valle y el monte Valseca muestran su tupido manto de robles y encinas.
El camino llega enseguida a los pies de una peña, donde se une con la GR-123 (Vuelta a Vizcaya), que en este tramo discurre por territorio cántabro. Bordeamos el promontorio por la derecha y pasamos a su otra vertiente. Estamos ya de lleno en el lapiaz. Una evidente senda marcada en la roca evita una hoya y remonta hasta un colladín, donde –siempre siguiendo la GR-123– ascenderemos por la izquierda hasta el collado de Valseca, con el Picón a su derecha. Una vez en el col, es posible apreciar una excelente vista del valle de Karrantza, con las cuevas de Pozalagua a nuestros pies. En ese punto acometeremos la ascensión final por el karst cimero siguiendo las marcas que, a la derecha del collado, comienzan junto a la pintada ‘RAN’, hasta la cima, coronada por un viejo buzón del Sestao Alpino.
El descenso se realiza por la ruta de subida y, una vez en el valle, no se puede desaprovechar la ocasión para detenerse en la arquitectura religiosa de los barrios que pueblan Rasines, en sus cuevas (Valle, Tornillos y Las Cárcavas) o sus minas.

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