Ilarrita es un topónimo evidente y significativo y es el nombre de la necrópolis situada en la montaña de Okabe. Los caminos que llevan hasta allí arrancan siempre en el en entorno del Irati de Nafarroa Beherea.
Remontando desde Donibane Garazi hasta el puerto de Burdinkurutzeta ya tendremos una aproximación a sus paisajes singulares. Luego habrá que llegar al rellano ocupado por las cabañas y el lago de Iratisoro y aún subir hasta el collado de Surzai. De allí, estacionando junto a su cabaña, iniciaremos un camino tranquilo hacia la necrópolis prehistórica.Una pista arranca al otro lado de la carretera, muy cerca de la cabaña, y nos lleva remontando a través deunhermosobosque de hayas.Tras pasar junto a un depósito de aguas, el itinerario efectúa varios zig-zags y termina por encaramarse a través de un barranco en el mismocordal herboso de Okabe,muy cerca de la necrópolis de Ilarrita. Apenas caminar en el rellano se podrán ir descubriendo los círculos de piedras, unos más evidentes, otros más discretos, todos perfectos. No hay atalaya para verlos; una de sus piedras será el único punto alto en la pradera para tomar perspectiva.
Un poco más arriba, a escasos minutos de andadura, crece sobre la hierba el curioso roquedo de Okabe. Es una evidente evocación de un castillo de conglomerados, un balcón perfecto para dominar el mundo de Irati. Casi siempre pastan a sus pies los rebaños que recobran la vida del pastoreo vasco más primitivo. Los primeros habitantes de estas montañas en la edad del Hierro homenajearon a sus mayores en Ilarrita, conocieron allí al oso y al lobo, y dieron caza al ciervo para su alimento. Okabe sigue proporcionando hoy sensaciones al viajero, a cambio sólo de haber caminado por el bosque.
Remontando desde Donibane Garazi hasta el puerto de Burdinkurutzeta ya tendremos una aproximación a sus paisajes singulares. Luego habrá que llegar al rellano ocupado por las cabañas y el lago de Iratisoro y aún subir hasta el collado de Surzai. De allí, estacionando junto a su cabaña, iniciaremos un camino tranquilo hacia la necrópolis prehistórica.Una pista arranca al otro lado de la carretera, muy cerca de la cabaña, y nos lleva remontando a través deunhermosobosque de hayas.Tras pasar junto a un depósito de aguas, el itinerario efectúa varios zig-zags y termina por encaramarse a través de un barranco en el mismocordal herboso de Okabe,muy cerca de la necrópolis de Ilarrita. Apenas caminar en el rellano se podrán ir descubriendo los círculos de piedras, unos más evidentes, otros más discretos, todos perfectos. No hay atalaya para verlos; una de sus piedras será el único punto alto en la pradera para tomar perspectiva.
Un poco más arriba, a escasos minutos de andadura, crece sobre la hierba el curioso roquedo de Okabe. Es una evidente evocación de un castillo de conglomerados, un balcón perfecto para dominar el mundo de Irati. Casi siempre pastan a sus pies los rebaños que recobran la vida del pastoreo vasco más primitivo. Los primeros habitantes de estas montañas en la edad del Hierro homenajearon a sus mayores en Ilarrita, conocieron allí al oso y al lobo, y dieron caza al ciervo para su alimento. Okabe sigue proporcionando hoy sensaciones al viajero, a cambio sólo de haber caminado por el bosque.
No hay comentarios:
Publicar un comentario