domingo, 6 de febrero de 2011

Cimas del valle de Olatz

El valle de Olatz pertenece a Motriku. Se sitúa entre los montes de Arno y el Cantábrico. Los arroyos que desembocan en este 'poljé'-su nombre técnico- no tienen salida por la superficie. Desaguan en el sumidero de Kobalde y de allí van al mar. Es un mundo cerrado, tranquilo, de grandes caseríos entre lomas. Sólo quedan 14 de los 23 que hubo. Además de Arno, están rodedos por cimas poco conocidas y menos visitadas, cubiertas por bosques difíciles de penetrar. Les llaman Basarte, Jaungoikomendi y Erribaso.
Entramos en la depresión de Olatz hasta la ermita de San Isidro. Bandera y Arno Gurutzea están a la izquierda. Frente a nosotros, el espolón boscoso de Basarte oculta las vistas. Caminamos por la pista de cemento que sigue Añuerreka. Cruce de Isasimendi. Continuamos (izq.) entre pinos. El camino se endurece y sale a terreno abierto. Collado de Jarlotza. Basarte está a la izquierda. El terreno kárstico, agrietado y cubierto de argoma y espino, dificulta la marcha. Un último tramo entre encinas en el que hay que tener cuidado de no despistarse y pisamos la cima. Sin buzón y con pocas vistas.
Vuelta al collado. El camino es ahora una rampa arcillosa que remonta con gran pendiente entre pinos. Nuevo rellano. A nuestra izquierda queda la primera cima de Jaungoikomendi. Afilada, coronada por un buzón sin placa, domina la depresión de Olatz. Regreso al collado y de nuevo monte arriba. La pista sube unos metros más y nos deja en la verdadera cima. Los pinos y laz zarzas dificultan su localización.
El camino, que también es de Santiago, se orienta ahora hacia Arno. Baja por la loma hasta un collado. El ramal de la derecha lleva al caserío Aldazkoa. Nuestros pasos siguen cuesta arriba entre pinos, cipreses y abetos, alambradas y muchas zarzas; hasta el vértice de Erribaso. Estamos en la muga con Vizcaya.
Toca volver. Iniciamos el descenso por una trocha muy resbaladiza que nos conduce hasta el collado de Amei, con varios paneles indicadores y una estela medieval llamada Ameikurutz como testigo mudo de otros tiempos. Santiago Aizarna, en un curioso relato de bandidaje de su libro 'Crímenes truculentos en el País Vasco', narra las andanzas por estos caminos del bandolero Joaquín de Iturbe.
Volvemos a San Isidro. La pista, con continuas revueltas y desvíos entre pinos, permite perder altura y llanear por la orilla del arroyo Olatzgoiko entre ganaderías bravas, el invernadero de Zakoneta y grandes caseríos, hasta la puerta de la ermita de Olatz

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