jueves, 31 de enero de 2008

Altamira, el fortín de los Guevara


Multitud de caminos siembran la Llanada alavesa, todos testigos de diferentes episodios históricos y todos con sus correspondientes atalayas. Entre éstas, Guevara es un digno ejemplo de batallas, una de las cuales, la primera contienda Carlista en 1839, terminó por destruir su imponente figura hasta convertirla en una ruina.
Muchos son los episodios en los que se cuentan lo temido que fue el castillo de Guevara, tanto como las muchas descripciones que hicieron del mismo las gentes que venían a descubrirlo en su tránsito por la Llanada. Su construcción se inició en pleno siglo XIII para reforzar la capacidad defensiva y de control del palacio fortificado que se sitúa a los pies.
Desde las torres del castillo dominaban las rutas que iban de Ganboa a Bizkaia y el valle de Lenitz, las del alto valle del Oria hacia los puertos guipuzcoanos y los caminos navarros a través del paso de Uharte Arakil.
Sin embargo, su conversión en fortaleza definitiva no se produjo hasta avanzado el siglo XV, de manos de Iñigo de Guevara. Antes, durante y después fueron muchos y continuos los asedios y otras tantas destrucciones las que hubo de sufrir.
Del castillo de Altamira quedan hoy sólo algunos muros si bien sigue dominando igual visualmente, como hizo siempre, toda la Llanada oriental alavesa, Barrundia y los caminos hacia Oñate, el valle del Oria, el paso del pueblo Leintz-Gatzaga y hacia Bizkaia.El palacio de Guevara -restaurado para afianzar sus muros y la única torre que queda en pie- y el Castillo se alcanzan desde la aldea de Gebara, situada en el ayuntamiento de Barrundia. Desde el palacio se puede ascender a Altamira a través del collado de Gaztelubide.