sábado, 5 de enero de 2008

Artikutza, donde se detuvo el tiempo


Resulta fácil comprender el encanto actual del entorno natural de Artikutza si a las particularidades que su ubicación le confieren, añadimos la huella que el ser humano ha dejado grabada desde la prehistoria. La finca de Artikutza, situada en tierras de Goizueta, y propiedad del Ayuntamiento de Donostia desde 1919, es, además, el punto más lluvioso de toda la Península y uno de los territorios más antiguos del País Vasco. De hecho, los yacimientos arqueológicos más antiguos que nos ofrece Artikutza datan del año 2000 a.C: son los dólmenes.
Situada en un circo montañoso de orografía notable, Artikutza se encuentra rodeada por los montes de Oiartzun, Lesaka, Arantza, Zubieta, Beintza-Labaien y Goizueta. El área de la finca es de 3700 ha y el perímetro de cerca de 30 km; es decir, la finca tiene el tamaño aproximado de 3700 campos de fútbol.
El único acceso por carretera parte de Oiartzun, desde los barrios de Altzibar y Karrika, y atraviesa el puerto de Bianditz hasta llegar a la portería de Eskas. Para acceder en vehículo –la entrada para las bicicletas y a pie es libre- hay que solicitar una autorización que se expide en el Ayuntamiento de Donosita. Son siete kilómetros de carretera asfaltada con un pronunciado desnivel.
Tras atravesar la portería de Eskas, nos adentramos en el bosque, donde lo primero que sorprende al visitante es el color de los árboles. Gruesas capas de musgo visten de verde sus contornos. Según las estimaciones, cerca de un millón de árboles viven en Artikutza, hoy en día, una reliquia viva que guarda las particularidades de los bosques autóctonos, siendo el hayedo el ecosistema principal, en alternancia con el tejo y el acebo.
A su vez, estos bosques se han convertido en el último refugio de varias especies de animales y plantas. Muestra de ello son el gato montés (Felis silvestris) y la planta endémica Soldanella villosa.Esta ruta ofrece el placer de caminar por las entrañas de un bosque espeso, regado por las lluvias más abundantes de la Península Ibérica, con desvíos a balcones naturales como el que se asoma al barranco de Erroiarri, una de las mejores panorámicas de Artikutza.