La historia de Salinas de Añana es la historia de la sal, en torno a la cual giraba todo el desarrollo del municipio en la Edad Media. Sus manantiales de agua salada y la actividad de la sal aparece documentada ya en el año 822, poco antes de que los árabes la ocuparan en el 865.
Su paisaje está totalmente caracterizado por las eras de sal - monumento nacional de Euskadi-, sencillas plataformas sostenidas por pilares de madera y muros de piedra y ordenadas en grupos o granjas, cada uno de los cuales cuenta con uno o dos depósitos –terrazos- donde se guarda la sal obtenida. La extracción de la sal se realiza por evaporación de las aguas del río Muera, las cuales son canalizadas hacia las eras aprovechando el desnivel del terreno.
Su paisaje está totalmente caracterizado por las eras de sal - monumento nacional de Euskadi-, sencillas plataformas sostenidas por pilares de madera y muros de piedra y ordenadas en grupos o granjas, cada uno de los cuales cuenta con uno o dos depósitos –terrazos- donde se guarda la sal obtenida. La extracción de la sal se realiza por evaporación de las aguas del río Muera, las cuales son canalizadas hacia las eras aprovechando el desnivel del terreno.
En la actualidad se ha comenzado a restaurar el complejo de las salinas dado el estado de deterioro en el que se encontraba desde el abandono de la actividad salinera. Asimismo, también es posible realizar visitas guiadas por el Valle Salado y conocer el proceso de extracción artesanal de la sal, así como los diferentes elementos que intervienen en él.
Precisamente desde Salinas de Añana –desde la iglesia de Santa María de Villacones- sale este sencillo recorrido de ocho kilómetros, que nos posibilita visitar el río Muera, adentrarnos en un encinar que nos lleva al lago de Caicedo Yuso - humedal que alberga una gran biodiversidad, entre la que destacan las aves acuáticas y migratorias-, contemplar la Ermita de Ntra. Sra. del Lago para, poco más tarde acercarnos al Monasterio de San Juan de Acre y, finalmente, volver al punto de partida.
Precisamente desde Salinas de Añana –desde la iglesia de Santa María de Villacones- sale este sencillo recorrido de ocho kilómetros, que nos posibilita visitar el río Muera, adentrarnos en un encinar que nos lleva al lago de Caicedo Yuso - humedal que alberga una gran biodiversidad, entre la que destacan las aves acuáticas y migratorias-, contemplar la Ermita de Ntra. Sra. del Lago para, poco más tarde acercarnos al Monasterio de San Juan de Acre y, finalmente, volver al punto de partida.