
Un caserío del siglo XVI y su cerde y extensa finca conforman este museo, en el que la naturaleza expone sus propios atributos junto al arte. Así, en los jardines del caserío Zabalaga, entre hayas, robles y magnolios, Chillida, fallecido en 2002, dispuso 40 obras, la mayoría en hierro o granito.
Algunas de las obras son de grandes dimensiones, correspondientes a distintas etapas de su medio siglo de creación. Ya en el interior del caserío, rehabilitado y vaciado, se sitúan las esculturas de pequeño formato y los grabados.
Programas pedagógicos, actividades lúdicas y conciertos completan en ocasiones la inolvidable visita al Museo Chillida-Leku, ubicado muy cerca de la fragua de Hernani en la que Eduardo Chillida comenzó sus trabajos tras su experiencia parisina. De hecho, Chillida dedicó sus últimos años, hasta su fallecimiento, a crear un espacio a la medida de su obra que merece detenida visita.