lunes, 24 de noviembre de 2008

Labranza, la murrala habitada

Labraza merece una visita por muchas razones. Se trata de la villa fortificada más pequeña de Euskal Herria y una de las mejores conservadas del mundo. Los muros defendidos que la rodean fueron levantados en la última década del siglo XII, y si se mantienen en un estado tan envidiable es, sobre todo, gracias a los vecinos del pueblo.
Para mostrar esta joya, la Diputación de Álava organiza los domingos y hasta el 14 de diciembre visitas teatralizadas quer explican de forma sencilla la razón de ser de este pueblo. En su minúscula superficie, Labranza alberga cuatro torreones, un alcázar, almenas, pasadizos y túneles, saeteras, pasos de ronda...
En 1196, tras la concesión del fuero por el rey Sancho el Fuerte, se convirtió en una villa con jurisdicción propia. Construida en un alto, era poco menos que una inexpugnable ciudad-fortaleza de importancia estratégica, por fronteriza, entre los reínos de Castilla y de Navarra. La iglesia de San Miguel, del siglo XVI pero remodelada posteriormente, domina el casco urbano. Es aqui donde los visitantes comienzan una ruta por esta maravillosa miniatura de otra época.