viernes, 6 de marzo de 2009

La belleza latente de Almandoz

Almandoz es conocido por la existencia de ondas roqueñas de caliza que dieron lugar a una de las explotaciones antaño más florecientes, relacionadas con el suelo de la cuenca del Bidasoa, como son las canteras de mármol que todavía subsisten y con el que se embellecieron algunos tramos del metro de Moscú y también, según se cuenta, el monumento a Cristóbal Colón en Barcelona.
Bajando al pueblo apreciamos como sus gentes ponen esmero en el cuidado y limpieza de casas y calles. Prueba de ello encontramos en la ornamentación realizada en la fachada de la Casa Etxatoa (a la izquierda del establecimiento hostelero) realizada por Fernando Aguerre, donde artesanía y arquitectura se hacen una.
En Almandoz se encuentra el Palacio Galtzaga, palacio cabo de armería del siglo XVIII, totalmente restaurado y convertido en la actualidad en establecimiento hostelero. También podemos visitar Jauregia. Palacio cabo de armería de nómina antigua. Posee un escudo siniestrado cuyo casco se orienta a la izquierda como símbolo heráldico de bastardía. La sencillez del escudo incita a pensar que se trata de un motivo de gran antigüedad. La iglesia parroquial de reciente construcción está dedicada a San Pedro.
Desde Almandoz, tomando la NA-1210, podemos acercarnos al alto de Belate. En todo el trayecto podremos disfrutar de un paisaje boscoso que frecuentemente acompañado de la niebla lo hace totalmente misterioso. En este alto tenemos las ruinas de lo que fue el Castillo de Belate. Escenario de importantes batallas, tras una de ellas en la que los guipuzcoanos partidarios del reino de Castilla se apoderaron en Belate de ocho sacres, dos cañones y dos culebrinas de las tropas francesas de Don Juan de Albret (destronado rey navarro) con las que habían bombardeado Pamplona, la reina Juana La Loca autorizó en 1513 a la Diputación de Guipúzcoa a poner en su escudo doce cañones, tal y como aparecen hoy en día.

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