lunes, 1 de marzo de 2010

Santa Engrazi, balcón de Aizarna

Un promontoio rocoso de calizas blancas sostiene un templo singular sobre la depresión del polje de Aizarna. Allí está Santa Engrazi, el balcón, la ermita y la vieja venta que tanto y tan bien sirvió a los caminantes en la encrucijada del extremo más costero del macizo de Hernio en sus rutas hacia el interior de Gipuzkoa. Por sus pies se comunicaban los pueblos pescadores con Nafarroa y era también un eslabón importante con la calzada peregrina quue recorre la costa.
Aizarna es la localidad que dio origen histórico a la importante villa amurrallada de Zestoa. En sus primeros orígenes no era más que una venta pero creció y cobró tal importancia que en el siglo XIV se le permitió crear la "villa de Santa Cruz de Zestoa", a la vera del río Urola, donde hoy está Zestoa.
Recorreremos parcialmente el sendero de pequeño recorrido PR-GI-40 para conducirnos por antiguos caminos vecinales y los rastros del antiguo paso de transhumancia que unía la costa de Gipuzkoa con las sierras de Aralar y Andia hasta este mirador natural.
Aizarna nos despide caminando a través de esa doble calle que es también plaza de casas que se miran frente a frente. Por ella, dejando atrás la parroquia de Santa María de la Asunción que dicen relacionada con la Orden de los Templarios, la tracvesía urbana llega a la ermita del Santo Cristo, que oculta tras su puerta una hermosa talla gótica.
El balizamiento blanco y amarillo sigue la ruta que se encamina a Erdoizta y gira en la primera encrucijada dejando al costado derecho el caserío Zabale. Llaneando, la ruta atraviesa un sombrío y fresco bosque de castaños de indias antes de alcanzar el desvío al caserío Aizpurua. Apenas tomar este desvío el camino gira a la derecha, entrando en un túnel vegetal que remonta llevando hasta el destino de Santa Engrazi.
Enseguida al bosque cerrado le sustituye una pradera que la senda flanquea mientras domina el polje de Aizarna. Esta formación geológica describe un gran valle cerrado, de fondo plano pero laderas en pendiente acusada, y cuyas rocas calizas están en continuo proceso de disolución por los cursos de aguas que llevan en su entrañas.
Atravesada la ladera herbosa el paisaje cambia por completo. Ahora se camina por un cerrado bosque de encinar cantábrico que obliga a zigzaguear brevemente para salir al rellano en el que se instaló ya hace muchos años la venta de Santa Engrazi, un gran caserío abrigado entre pinares. Por su costado asciende un ancho camino que se obliga entre las calizas que soportan el alto y la ermita a la que se desemboca pisando suaves praderas.
El derredor es un panorama sobre los entornos de Izarraitz y Hernio que se acompaña siempre con el puntual y horario tañido automático de la campana de Santa Engrazi. En su interior, el moderno retable está presidido por la imagen de la Santa titular, protectora de caminantes y contra las tormentas. Se retorna deshaciendo el camino.

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