jueves, 22 de abril de 2010

En tierra de brujas

La modesta sierra de Ugatza vive a la sombra de sus hermanos mayores Aramotz y Gorbea. Sus altitudes, nunca superiores a los seiscientos metros, no son comparables a las que lucen Gorbea, Lekanda, Leungana o Artaun, sólo por poner algunos ejemplos representativos. Sin embargo, este pequeño macizo enclavado en Dima ofrece atractivos suplementarios como algunas de las cuevas y cavidades más conocidas de la provincia, monumentos naturales como el arco de Gentilzubi, o toda una colección de leyendas e historias relacionadas con la mitología vasca.
Una de las principales cimas de este macizo es el Garaio, cumbre de fácil acceso coronada por un cono rocoso que le otorga un perfil abrupto impropio de esas altitudes. Su ascensión apenas lleva una hora, por lo que la mañana montañera se puede completar con un recorrido por los numerosos y bellos barrios del entorno, casi todos ellos con ermita propia y cargados de historia.
La excursión comienza en la ermita de San Lorenzo. Aparcamos en la zona habilitada para ello y nos encaminamos hacia el barrio de Baltzola por la pista que desciende a la derecha justo al principio de la explanada. Enseguida llegamos a las casas. Cruzamos el barrio y, por la derecha (SW), seguimos por una pista que se adentra en un pinar y cruza un arroyo protegido por una valla. Sin apenas ganar altura, paseamos por un bonito paraje denominado Gibiligane, que nos permite trasladarnos a épocas de lamias y akelarres. El lugar no puede ser más adecuado: muy cerca se encuentran las cueva de Baltzola y el arco de Gentilzubi. A nuestra izquierda se alza la loma del Garaio y a la derecha, la pared del Ursaltu.
Continuamos por la pista hasta un ramal que se desvía a la izquierda y que debemos tomar. El camino, en muy mal estado por culpa de la lluvia y el paso de camiones de apeas, por fin gana altura con ganas hasta un cordal que desciende del Garaio. En este punto debemos seguir a la izquierda (NE), por una pista que nos lleva hasta las peñas. Aquí comienza la ascensión de verdad. El camino se difumina y apenas encontraremos senderos de cabras dibujados entre las rocas. Es suficiente para tirar monte arriba buscando el camino más fácil. Alcanzamos una primera loma, cruzamos una zona de argoma y espinos y, ya con la cumbre a la vista, acometemos el ascenso final.
La cima es un promontorio rocoso coronado por un buzón del Egusentia, los restos de otro y un belén navideño de Bancobao que data de 1985. Pese a la modesta altitud de este monte sus vistas son destacadas, especialmente a los cercanos macizos de Aramotz (NE) con el Leungana en primer término, y Gorbea (SO). El cercano Bargondia (NW) Baltzola, a nuestros pies, y el valle Dima son perfectamente visibles. Y si el tiempo acompaña, en el horizonte descubriremos Ganekogorta (N) o Untzueta (O), en la sierra de Mendigusi.Para retornar a San Lorenzo utilizaremos la otra posible vía de acceso a este monte desde la ermita, que discurre por su vertiente NE. Iniciamos el descenso por la ladera, a cuyos pies se divisan perfectamente las casas de Baltzola. Perdemos altura hasta una pista herbosa, donde seguimos por la derecha. No tardamos en llegar a un collado en el que confluyen varias pistas. Bajamos por la de la izquierda (N), que discurre entre pinos jóvenes, hasta otro cruce. Allí optamos por la pista de la derecha, que vadea el río y nos lleva hasta el santuario tras pasar junto a unos caseríos, en los que destacan varias plantaciones de kiwis.

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