Por la Montaña Alavesa sienten el orgullo de sus árboles y cada año seleccionan uno, siempre un haya, en la fiesta de mayo, en la plaza del pueblo de San Vicente de Arana porque gracias a esta especie han sobrevivido muchas generaciones.
A la forma de gobernar estos montes, unas 5.100 hectáreas de la sierra de Entzia, en el límite con Navarra, les llaman parzonerías -de parte- y se han conservado cuatro: la de Iturrieta, Entzia, Atxuri y Gipuzkoarro-Nazazarra. Un total de 14 pueblos y municipios forman parte de las diferentes comunidades que se rigen desde tiempos medievales para repartirse el pasto para el ganado, la leña y el agua. Gracias a sus vecinos y a una naturaleza generosa podemos dar un paseo inolvidable por este formidable hayedo, que pudo ser el primer parque natural del País Vasco, pero esa manera de gestionarse lo ha impedido hasta ahora. Los vecinos han demostrado que hay otras formas de proteger la naturaleza.
Hemos elegido como base la ermita de Santa Teodosia, un lugar mágico al que se accede por el puerto de Opakua, la carretera hacia la granja de Iturrieta y una desviación a la izquierda bien señalada. Si llegamos un domingo sobre las once de la mañana, las puertas del santuario están abiertas.
Pedro San Vicente, el alcalde del Valle de Arana, abre hasta las tres para dar cobijo si llueve o simplemente para rezar. Ha heredado la ancestral hospitalidad de la cofradía de Santa Teodosia y de los ermitaños que aquí han vivido hasta mediados del siglo XX. Es un cruce de caminos y un antiguo lugar de paso de arrieros y comerciantes que venían de Navarra y las tierras del Ebro e iban hacia la Llanada y el Cantábrico. En uno de lo salones unos murales representan las actividades agrícolas, ganaderas y costumbristas del valle de Arana.
Fuera, un monumental y centenario fresno de 23 metros de altura y 5,5 metros de perímetro, declarado en 1995 árbol singular, protege el templo y permite jugar al escondite en su inmenso agujero. También hay unas mesas de madera y una fuente para el refrigerio.
Desde el santuario se pueden hacer excursiones a derecha e izquierda siguiendo el cordal del monte. Entzia es una altiplanicie kárstica por lo que la dificultad es mínima. Si tomamos la izquierda vamos hacia las Bitigarras introduciéndonos en el hayedo de la parzonería de Iturrieta. El camino es ancho y está bien señalado, aunque presenta algún tramo embarrado. Sube de manera suave entre árboles y, tras dejar de lado varias simas, una de ellas muy profunda y vallada con alambre de espino (1hora y15 minutos), alcanzamos la cima. La cumbre principal, puesto que Las Bitigarras como su nombre indica son varias, es difícil de localizar.
El descenso hasta la ermita se realiza por la misma ruta de subida . Desde el portillo tenemos la posibilidad de extender el paseo hacia el monte San Cristóbal, otra altura de la sierra. Esta segunda opción es laboriosa, pero se puede ir por el cordal que se adentra en la parzonería de Gipuzkoarro. Los de Contrasta aseguran que su hayedo es el mejor de la sierra y sin duda aquí están los áboles más esbeltos. Alcanzan más de 30 metros y la impresión para el excursionista es que estás bajo la protección de una gran catedral verde, que ahora en otoño se vuelve parda. Caminar sobre el manto de las hojas que parecen acariciar nuestros pies en el silencio del hayedo es una de esas sensaciones irrepetibles.
A la forma de gobernar estos montes, unas 5.100 hectáreas de la sierra de Entzia, en el límite con Navarra, les llaman parzonerías -de parte- y se han conservado cuatro: la de Iturrieta, Entzia, Atxuri y Gipuzkoarro-Nazazarra. Un total de 14 pueblos y municipios forman parte de las diferentes comunidades que se rigen desde tiempos medievales para repartirse el pasto para el ganado, la leña y el agua. Gracias a sus vecinos y a una naturaleza generosa podemos dar un paseo inolvidable por este formidable hayedo, que pudo ser el primer parque natural del País Vasco, pero esa manera de gestionarse lo ha impedido hasta ahora. Los vecinos han demostrado que hay otras formas de proteger la naturaleza.
Hemos elegido como base la ermita de Santa Teodosia, un lugar mágico al que se accede por el puerto de Opakua, la carretera hacia la granja de Iturrieta y una desviación a la izquierda bien señalada. Si llegamos un domingo sobre las once de la mañana, las puertas del santuario están abiertas.
Pedro San Vicente, el alcalde del Valle de Arana, abre hasta las tres para dar cobijo si llueve o simplemente para rezar. Ha heredado la ancestral hospitalidad de la cofradía de Santa Teodosia y de los ermitaños que aquí han vivido hasta mediados del siglo XX. Es un cruce de caminos y un antiguo lugar de paso de arrieros y comerciantes que venían de Navarra y las tierras del Ebro e iban hacia la Llanada y el Cantábrico. En uno de lo salones unos murales representan las actividades agrícolas, ganaderas y costumbristas del valle de Arana.
Fuera, un monumental y centenario fresno de 23 metros de altura y 5,5 metros de perímetro, declarado en 1995 árbol singular, protege el templo y permite jugar al escondite en su inmenso agujero. También hay unas mesas de madera y una fuente para el refrigerio.
Desde el santuario se pueden hacer excursiones a derecha e izquierda siguiendo el cordal del monte. Entzia es una altiplanicie kárstica por lo que la dificultad es mínima. Si tomamos la izquierda vamos hacia las Bitigarras introduciéndonos en el hayedo de la parzonería de Iturrieta. El camino es ancho y está bien señalado, aunque presenta algún tramo embarrado. Sube de manera suave entre árboles y, tras dejar de lado varias simas, una de ellas muy profunda y vallada con alambre de espino (1hora y15 minutos), alcanzamos la cima. La cumbre principal, puesto que Las Bitigarras como su nombre indica son varias, es difícil de localizar.
El descenso hasta la ermita se realiza por la misma ruta de subida . Desde el portillo tenemos la posibilidad de extender el paseo hacia el monte San Cristóbal, otra altura de la sierra. Esta segunda opción es laboriosa, pero se puede ir por el cordal que se adentra en la parzonería de Gipuzkoarro. Los de Contrasta aseguran que su hayedo es el mejor de la sierra y sin duda aquí están los áboles más esbeltos. Alcanzan más de 30 metros y la impresión para el excursionista es que estás bajo la protección de una gran catedral verde, que ahora en otoño se vuelve parda. Caminar sobre el manto de las hojas que parecen acariciar nuestros pies en el silencio del hayedo es una de esas sensaciones irrepetibles.
1 comentario:
Onraita...un pueblo encantador con gente maravillosa..BETIRAKO
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