Las aguas que llegan desde las montañas que rodean la Llanada al cauce del río Zadorra terminan embalsadas en los mares interiores de Ullibarri y Urrunaga. Y estos embalses también tienen sus playas para refrescarse en lo más agudo del calor. Buscaremos el parque de Garaio en las orillas del embalse de Ullibarri, convertido tras la urbanización de una parte de sus riberas en una agradable playa de agua dulce.
Las alturas de Maturana se elevan sobre el espejo de las aguas de Ullibarri y muy cerca, en la orilla, queda el último de los caseríos de Garaio y las piedras que componen la ruina de su iglesia. Esta aldea ya existía en el año 1087 y en ella se hablaba euskera todavía en el final del siglo XVIII. Pero en los años cincuenta del siglo pasado casi la totalidad de las casas de Garaio quedaron sumergidas en el pantano de Ullibarri. En sus profundidades también duermen las aldeas de Mendizabal, Orenin y Zuazo de Ganboa. Sin embargo, en sus orillas sobreviven aún Azua y Nanclares de Ganboa, reflejándose en el embalse en una bella imagen que se domina desde Garaio.
Las praderas que rodean Garaio están habilitadas con mesas y otras instalaciones que permiten al viajero encontrarse cómodo en su entorno. Desde Maturana se alcanzan siguiendo la ruta asfaltada que circunvala las orillas y concluye en amplio estacionamiento. Tomando cualquiera de los puntos de esta ruta se podrá llegar a las orillas y caminar por ellas.
Prácticamente rodeada de agua por todas partes, la península de Garaio ofrece un rincón ideal para el juego al aire libre y puede cruzarse a pie o ser recorrida por el entorno o por sus pistas en bicicleta, además de permitir el baño en cualquiera de sus orillas.
Al pie de la sierra de Arlaban, en plena llanura cerealista y tierra agrícola, Araba tiene su playa interior, refrescada por las aguas embalsadas de la montaña. Esa playa es Garaio.
Las alturas de Maturana se elevan sobre el espejo de las aguas de Ullibarri y muy cerca, en la orilla, queda el último de los caseríos de Garaio y las piedras que componen la ruina de su iglesia. Esta aldea ya existía en el año 1087 y en ella se hablaba euskera todavía en el final del siglo XVIII. Pero en los años cincuenta del siglo pasado casi la totalidad de las casas de Garaio quedaron sumergidas en el pantano de Ullibarri. En sus profundidades también duermen las aldeas de Mendizabal, Orenin y Zuazo de Ganboa. Sin embargo, en sus orillas sobreviven aún Azua y Nanclares de Ganboa, reflejándose en el embalse en una bella imagen que se domina desde Garaio.
Las praderas que rodean Garaio están habilitadas con mesas y otras instalaciones que permiten al viajero encontrarse cómodo en su entorno. Desde Maturana se alcanzan siguiendo la ruta asfaltada que circunvala las orillas y concluye en amplio estacionamiento. Tomando cualquiera de los puntos de esta ruta se podrá llegar a las orillas y caminar por ellas.
Prácticamente rodeada de agua por todas partes, la península de Garaio ofrece un rincón ideal para el juego al aire libre y puede cruzarse a pie o ser recorrida por el entorno o por sus pistas en bicicleta, además de permitir el baño en cualquiera de sus orillas.
Al pie de la sierra de Arlaban, en plena llanura cerealista y tierra agrícola, Araba tiene su playa interior, refrescada por las aguas embalsadas de la montaña. Esa playa es Garaio.
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