lunes, 21 de marzo de 2011

Bajo la atenta mirada del Mandoia

Bajando desde las alturas de Mendiguna hasta el Nervión, el río Zeberio recorre un corto valle que ha guardado sus principales secretos por estar separado de las principales rutas de comunicación entre Bizkaia y la vecina Araba. Es por eso un valle tranquilo en el que se asienta la población de un municipio que se ha quedado con el nombre de Zeberio, pero sigue guardando para su núcleo el de Santo Tomás de Olabarrieta. Tiempos atrás, estuvo dividido en dos partes: una perteneciente a Miravalles –la Patrona– y otra formando la anteiglesia separada de Olabarrieta –llamada la Infanzona–, que perteneció a la tierra llana de la Merindad de Arratia. Este topónimo, Olabarrieta, y los otros de Olazar y Zantuola, nos traen a la memoria que sobre el río hubo varias ferrerías –hasta cuatro en el siglo XIX, además de catorce molinos– y fue precisamente la de Olabarrieta la que se reedificaba en el siglo XIV después de ser quemada a causa de los pleitos por su obediencia a los señores de Avendaño, de Miravalles.
Antaño fueron catorce las ermitas del valle, pero no todas se mantienen en pie. San Adrián y San Roque en Zubialde, San Antonio en Ermitabarri, San Justo y San Pastor en el barrio de Ugarte, San Antonio en Barañano, San Adrián en Argiñano, la ascensión del señor y San Bartolomé en Urizar y Santa Cruz, San Esteban, dos dedicadas a San Martín Obispo, Santo Tomás y Nuestra Señora en Zeberio- Gane; algunas de las que se guardan ofrecen rincones pintorescos y atalayas excepcionales para ver paisajes.
Si algo caracteriza a Zeberio son sus caseríos desperdigados, antaño pintados de un añil que con las restauraciones han perdido, pero mantienen muchos sus balconadas con patín al estilo arratiano.
Los numerosos barrios zeberianos se reparten por todas las laderas montañosas del valle; casi ocultos a la mirada del viajero apresurado, pero acogedores al visitante. Antes de llegar al núcleo de Zeberio, Zubialde, se cruza Arkulanda y se pasa cerca de Artiñano y Arilza Olazar. Desde Zubialde se sube a Barbatxano y Ereñozar, cuatro caseríos muy singulares y altos como un balcón. Más allá, en la ruta hacia Castillo y Elejabeitia, pero solo a un kilómetro, Ermitabarri es casi un punto de partida hacia todas partes y un centro paisajístico del valle.
Sugiero al viajero que madrugue para encontrarse con lasnieblas, que llegue hasta Gezala, donde aflora un manantial de aguas sulfurosas que permitió la existencia de un balneario, y de aguas saladas con las que se elaboraba el pan. También le recomendaría calzar botas o deportivas y remontar la estrecha carretera hasta Zeberio- Gane, donde la ermita de Andra Mari es un mirador privilegiado sobre el valle, rodeada de un pórtico excepcional. Caminando se puede seguir el sendero que lleva a Ereñozar y baja desde allí a Zubialde, en medio de un magnífico ambiente rural.
Desde el barrio Etxaso o desde Ametzola podrás seguir la ruta que trepa suavemente hasta el pico Mandoia, a 637 metros de altitud, y ese sí que es un balcón magnífico, sobre Arratia, sobre el valle de Zeberio y sobre todos los cordales de Gorbeia.

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