Si Irisarri es un apellido navarro su cuna parece que debió estar en este lugar antiguo de Nafarroa Beherea, en un paraje donde las pequeñas atalayas del entorno de esta encrucijada de peregrinos ofrecen caminos sin fatiga, todos partiendo de un enclave tan singular como es la plaza de Irisarri. Aprovecharemos esta visita para lanzar un paseo natural hasta la colina de Antzaramendi disfrutando del descubrimiento de paisajes locales y también de arquitectura tradicional.
El viajero recorre en su aproximación las tierras abiertas del valle del Errobi y se despide de ellas cuando penetra junto a la peculiar aldea de Orzaize. Más allá, Irisarri se antepone en el camino con la potente imagen de su iglesia cúbica y con el recio edificio de su commanderie. Por la derecha de su plaza una pequeña ruta rural lleva al caserío de Meharuberria.
Váyase por ella y siga faldeando aquella campera aún durante otros casi dos kilómetros para girar netamente a la derecha, hacia el Oeste, hacia la casa Tipinenia. Desde ella el camino continúa hasta el colladito de Arrabil Lepoa. El sendero que circula por aquel cordal hacia el Sur, por el cresterío de la loma entre Larramendi y Antzaramendi, es un balcón sobre el valle que domestica Irisarri. También lo es un mirador ideal sobre los vergeles del Errobi, vergeles que se anteponen en la panorámica abierta hacia el Pirineo y las vecinas montañas de Bidarrai.
Visitado este balcón natural centremos la atención en la encrucijada de Irisarri. ¿Por qué en este lugar perdido se levantó un edificio tan notable como es la commanderie?
Los historiadores nos han contado que esta localidad nació por lo menos antes del año 1186, fecha en que ya era citada en el cartulario de Baiona con la denominación de Hôpital et Oratorium Sancti Joannis. Creció en torno al Hospicio de Saint Jacques que dependió primero de la Orden De Jerusalén y más tarde de la Orden de Malta, cuando esta se extendió en el siglo XVI. Su origen estuvo evidentemente destinado a hospital al servicio de los peregrinos que por estas tierras recorrían la ruta jacobea como etapa intermedia en el trayecto entre los hospitales de Bonloc y Apat-Ospitale, siguiendo la misma vía que los romanos trazaran de los puertos de Baiona hacia las alturas de Donibane Garazi.
En el entorno de aquel hospital creció un comunidad importante de habitantes que tuvo sus granjas e incluso sus molinos.
Debió ser notoria la capacidad de convocatoria de este lugar al pie de la montaña de Baigura ya que allí se asentó una colonia de más de ochocientas personas que habían llegado desde el centro de Francia. Junto a la casa de la encomienda o commanderie se llegó a construir una sólida torre que fue más tarde demolida en las guerras de religión, que ocasionaron la invasión de Behenafarroa y Zuberoa por las tropas de Montgommery en 1569. En la reconstrucción emprendida un siglo después por el comendador Martín de Larrea se levantó el actual edificio de la Casa Ospitalia y esto se recuerda con detalle en la inscripción que encabeza el dintel de esta portentosa casa. Hoy Irisarri sigue siendo una encrucijada significativa en los paisajes de Behenafarroa, pero sobre todo es un rincón repleto de hermosura en torno a singulares caseríos rojiblancos.
El viajero recorre en su aproximación las tierras abiertas del valle del Errobi y se despide de ellas cuando penetra junto a la peculiar aldea de Orzaize. Más allá, Irisarri se antepone en el camino con la potente imagen de su iglesia cúbica y con el recio edificio de su commanderie. Por la derecha de su plaza una pequeña ruta rural lleva al caserío de Meharuberria.
Váyase por ella y siga faldeando aquella campera aún durante otros casi dos kilómetros para girar netamente a la derecha, hacia el Oeste, hacia la casa Tipinenia. Desde ella el camino continúa hasta el colladito de Arrabil Lepoa. El sendero que circula por aquel cordal hacia el Sur, por el cresterío de la loma entre Larramendi y Antzaramendi, es un balcón sobre el valle que domestica Irisarri. También lo es un mirador ideal sobre los vergeles del Errobi, vergeles que se anteponen en la panorámica abierta hacia el Pirineo y las vecinas montañas de Bidarrai.
Visitado este balcón natural centremos la atención en la encrucijada de Irisarri. ¿Por qué en este lugar perdido se levantó un edificio tan notable como es la commanderie?
Los historiadores nos han contado que esta localidad nació por lo menos antes del año 1186, fecha en que ya era citada en el cartulario de Baiona con la denominación de Hôpital et Oratorium Sancti Joannis. Creció en torno al Hospicio de Saint Jacques que dependió primero de la Orden De Jerusalén y más tarde de la Orden de Malta, cuando esta se extendió en el siglo XVI. Su origen estuvo evidentemente destinado a hospital al servicio de los peregrinos que por estas tierras recorrían la ruta jacobea como etapa intermedia en el trayecto entre los hospitales de Bonloc y Apat-Ospitale, siguiendo la misma vía que los romanos trazaran de los puertos de Baiona hacia las alturas de Donibane Garazi.
En el entorno de aquel hospital creció un comunidad importante de habitantes que tuvo sus granjas e incluso sus molinos.
Debió ser notoria la capacidad de convocatoria de este lugar al pie de la montaña de Baigura ya que allí se asentó una colonia de más de ochocientas personas que habían llegado desde el centro de Francia. Junto a la casa de la encomienda o commanderie se llegó a construir una sólida torre que fue más tarde demolida en las guerras de religión, que ocasionaron la invasión de Behenafarroa y Zuberoa por las tropas de Montgommery en 1569. En la reconstrucción emprendida un siglo después por el comendador Martín de Larrea se levantó el actual edificio de la Casa Ospitalia y esto se recuerda con detalle en la inscripción que encabeza el dintel de esta portentosa casa. Hoy Irisarri sigue siendo una encrucijada significativa en los paisajes de Behenafarroa, pero sobre todo es un rincón repleto de hermosura en torno a singulares caseríos rojiblancos.
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