sábado, 28 de mayo de 2011

Iholdi, a los pies de Hoxamendi

Iholdi, en Nafarroa Behera, es verde por todos sus costados salvo por su cénit. Por eso, los coleccionistas de cimas casi olvidan estos parajes, pero en panoramas y en paisajes es muy valiosa la mirada de Hoxamendi, una atalaya elevada sobre uno de los valles más solitarios de Iparralde, el de Landibarre, que se acurruca reposado entre pequeñas colinas. A los pies de Hoxamendi, Iholdi es una aldea histórica, cabecera de cantón, lugar palaciego y también camino ideal para llegar hasta aquella atalaya.
Al viajero se le presenta esta antigua villa de Iholdi alrededor de tres elementos fundamentales: en su centro la iglesia, rodeada de un muy antiguo cementerio; frente a ella la plaza, rematada frente al frontón por una gran cruz.Aella se abren las curiosas galerías laterales que hacen el pórtico del templo y en su espalda compone el tercer polo la casa noble, el palacio de Elizabela.
San Blas es devocionado en Iholdi con gran fervor hacia sus poderes sanadores, especialmente en la romería que tiene lugar cada 3 de febrero y el lunes de Pentecostés en la ermita de Oxarti, situada en las afueras. Acompaña en ella a San Blas la figura de un Santiago caminero, vinculado sin duda a los peregrinos que antaño circularon por el valle vecino de Izura hacia la encrucijada de Orreaga.

Hoxamendi está al sur y también el lago tranquilo que retiene las aguas que recargarán después el cauce del río Joyeuse y más tarde el Biduze. Esta laguna fabrica nieblas en invierno y se convierte en un nítido espejo en el estío. Sus orillas son escenario bucólico para el paseo y para la pesca sin muerte y están próximas al camino de Hoxamendi.
Quien quiera llegar hasta Hoxamendi arrancará desde la ruta que lleva a Irisarri, tomando al lado izquierdo, junto a una cruz, una carreterita que inicia primero un descenso para trepar luego hacia el colladito donde se encuentra el palacio de Olze. Este edificio que ahora es abierto por la familia a los visitantes, fue edificado en 1385 por el obispo de Baiona, Juan de Olze, que casó al rey Luis XIV y en su interior se ornamentó con no poco lujo. La familia tuvo antes un castillo en lo alto de la colina.
Para continuar camino de Hoxamendi habrá que tomar la ruta de la izquierda, antes de llegar al palacio, cruzando un vallecito junto al caserío de Etxartea. Un poco más adelante, una pista arranca a la derecha y se encarama asomada hacia la vega de Iholdi hasta las cercanías del collado de Laparzale. Al sur de este collado se encuentran los restos del dolmen de Laparzale viejo vestigio de los antiguos pastores vascos.
Desde el collado la vista sobre el valle de Landibarre ya es hermosa, tanto como la de las praderas onduladas de Iholdi. La cresta es allí el camino hasta Hoxamendi, un senderito la recorre hasta la despejada cota cumbrera.
Son solo 571 los metros de altitud de esta atalaya asomada al solitario valle de Landibarre y a todas las alturas de Nafarroa Beherea, el Ursuia, el Baigura, las cotas de Iparla y Ortzanzurieta, también el Anie y aún más lejos el todavía nevado Pirineo.
Los vascos de la prehistoria ya conocieron Hoxamendi; algo encontraron allí para rendir culto a sus muertos. Los vascos de hoy también hallarán en sus alturas los mejores paisajes para el alma del país.

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