Muchas de las rutas que hoy día jalonan nuestro territorio fueron durante siglos la única infraestructura de comunicación entre peregrinos, comerciantes y arrieros, convirtiéndose en vías muy utilizadas que promocionaron aquellos lugares por los que pasaban, favoreciendo que el comercio floreciese dando origen a villas y pueblos.El GR-38, más conocida como la “Ruta del Vino y el Pescado”, une la Rioja Alavesa con el Cantábrico por rutas de arrieros que comerciaban, entre otros productos, llevando vino y trayendo pescado en salmuera. Éstos partían con sus mulas de Oion cargados de vino y lo intercambiaban en las ciudades vizcaínas de Durango y Otxandio por pescado procedente en su mayoría del puerto de Bermeo. Pero por ella se transportaban también otros productos: trigo, hierro vizcaíno y lana castellana, fundamentalmente.
A lo largo de sus 104 kilómetros de recorrido, espaciado en etapas, esta ruta muestra al viajero todo un gradiente climático y un mosaico de colores y paisajes como en pocos lugares del País Vasco se pueden encontrar, pasando de los ocres tonos riojanos a los tupidos hayedos y robledales de la montaña.
De hecho, junto a los hitos monumentales más reputados que se suceden en el espacio por el que deambulaban los arrieros (casas-torre, caseríos, palacios, iglesias –como el santuario de Estibalitz- y ermitas), y de toda una serie de elementos menores (fuentes, lavaderos, neveras, caleros), hay además algunos emplazamientos ligados a la explotación del hierro y la transformación del grano (ferrerías y molinos, sobre todo). También se puede disfrutar de grandes humedales (el biotopo de las lagunas de Guardia y los embalses de Uribarri y Albina, entre otros).
Se trata, en definitiva, de un itinerario cultural a través de Bizkaia y Araba, o lo que es lo mismo, por impresionantes montañas, verdes valles, extensas llanuras y bosques que encantan.Este sendero quiere reivindicar este carácter de nuestra tierra, abierto a todos los pueblos y gentes, para el conocimiento de su historia.
