miércoles, 6 de febrero de 2008

Larrun, monte panorámico por antonomasia


Varias son las denominaciones para una misma montaña: Larrun, Larun, Larhun y La Rhune. Pero cualquiera de ellas, al igual que los frascos de perfumes pequeños, concentran toda la esencia, el atractivo de la que a juicio de muchos es uno de los montes más hermosos de Euskal Herria.
Pero además, Larrun es, por otra parte, una montaña sagrada de los vascos, lugar de culto de los primeros druidas, de meditación de los ermitaños, de ritos, brujería... al igual que en el cercano Zugarramurdi, ya en territorio navarro. Asimismo, Larrun fue también teatro de los enfrentamientos entre los ejércitos de Napoleón, de los que aún subsisten vestigios de sus reductos, y las tropas inglesas del Duque de Wellington. Un monumento en la cima nos recuerda la presencia en la misma de la emperatriz Eugenia. Pero también la han pisado Victor Hugo, Pierre Loti, Francis Jammes, Napoleón III...
Fuera de la temporada estival y de la masiva afluencia de excursionistas que ascienden hasta la cima a través del tren cremallera, Larrun, con sus 900 metros de altitud y a tan sólo nueve kilómetros de la costa, ofrece el contraste de la tierra y el mar, el último eslabón de la cadena pirenaica.
Las opciones de ascender hasta la cumbre son muchas, todas ellas igual de válidas e igual de clásicas: desde Lizuniaga, desde Sara, desde Ibardin, desde Bera -la más clásica de todas-e incluso desde Oleta, realizando, en este último caso, una ruta circular que nos llevará al punto de partida.