En el corazón del macizo del Gorbeia tiene sus limpias fuentes el río Baia. Espesos hayedos y perdidos barrancos envuelven el nacimiento mientras el camino lleva por las praderas más plácidas de todo el macizo; un entorno animado y frecuentado por hermosos rebaños de ganado.
Se alcanza Pagomakurre por la pista que asciende desde Areatza. Hay que seguir por la pista de tierra que arranca hacia el sur, mirando a Lekanda, para alcanzar las praderas de Arraba en tan sólo media hora.
En Arraba el camino seguirá la hilera de arbolitos que cruzan la campera, dejando a un lado el refugio de Elorria. Hay que cruzar bajo la peña de Gatzarrieta hasta salir al hayedo de Egiriñao, sobre el que despunta la silueta rocosa de Aldamin.
El camino al nacedero del Baia baja desde el menhir de Zastegi, bordea las txabolas y se encajona enseguida hacia las praderas que se extienden al pie de la peña de Urratxa. No hay pista ni sendero. Es la pradera descendente la que lleva hacia el barranco de Padrobaso y allí, ya en la foresta, se encuentra un hilillo de agua (o tal vez un cauce seco). Hay que seguir aguas arriba y a un centenar de metros se encuentra la cuevita de donde mana.