Con su fuerte carácter rural y reducido tamaño, la capital de Zuberoa fue en origen una bastida comercial crecida al pie de uno de los caminos más transitados de la vertiente norte de los Pirineos.
A pesar de su fundación en el siglo XII, la villa actual debe sus formas a la expansión de la alpargata en el siglo XIX. Fueron muchos los talleres artesanales que se abrieron en la comarca para la manufactura de este calzado, cómodo y económico. Fueron muchas también las jóvenes navarras y aragonesas que cruzaron los pasos de los Pirineos para trabajar en las factorías alpargateras. La ciudad contaba entonces con casi dos mil obreros y una decena de fábricas.
A pesar de su fundación en el siglo XII, la villa actual debe sus formas a la expansión de la alpargata en el siglo XIX. Fueron muchos los talleres artesanales que se abrieron en la comarca para la manufactura de este calzado, cómodo y económico. Fueron muchas también las jóvenes navarras y aragonesas que cruzaron los pasos de los Pirineos para trabajar en las factorías alpargateras. La ciudad contaba entonces con casi dos mil obreros y una decena de fábricas.
La antigua villa de Litxarre, unida a Maule desde 1841, es el centro de la actual Maule-Lextarre. Aquí se extiende una avenida en forma de plaza alargada conocida como las Allées de la Soule, donde se levanta el castillo de Andurain, la auténtica joya de la ciudad. El edificio, de estilo renacentista, fue levantado entre los siglos XVI y XVII por el obispo de Olorón. Se entiende necesario visitarlo para disfrutar de su mobiliario de época y de su importante colección de libros antiguos.
Un puente de un solo arco cruza el río Saison y nos lleva hasta la Ciudad Baja, donde se encuentra la calle Víctor Hugo, la arteria comercial más importante de todo Zuberoa. Pero no esperemos grandes escaparates ni ajetreo.
La Ciudad Alta, a la que se accede desde la calle Víctor Hugo, se organiza en torno a la plaza del mercado, un rincón encantador que cuenta con un frontón, una fuente y el lugar donde tiene lugar el popular mercado de los martes. En la misma plaza, entre casas, se esconde la iglesia de Notre Dame, del siglo XV. Más arriba, dominando la ciudad, se alza la fortaleza, un magnífico baluarte defensivo del siglo XII.
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