jueves, 17 de abril de 2008

Por la vía del tren de Irati en la Foz de Irunberri

Después de pasar el primer túnel que utilizaba el tren Irati, ya desaparecido hace más de cinco décadas, las paredes de la Foz de Irunberri (Lumbier) asombrarán a todos aquellos que decidan dar un breve pero intenso paseo por este enclave moldeado por el río Irati, donde se posan las rapaces en sus nidos.
El acceso se realiza a través en la entrada de Irunberri vinido de Iruña, después de cruzar el puente sobre el río Irati, junto al hotel Iru Bide, donde se accede por una carretera señalada que toma el trazado de la foz hasta un aparcamiento.
La ruta se inicia con los 167 metros de oscuridad del primer túnel, que coloca al excursionista en las fauces de una de las gargantas más hermosas del territorio. La foz que fue virgen hasta la apertura de la línea férreea, sólo era cruzada por las almadías, plataformas de troncos unidos por ramas de avellano que, anudadas, descendían por el río Irati guiadas por los almadieron manteniendo el difícil equilibrio de viajar de pie sobre los troncos en los rápidos del río.
El camino, sin desniveles ni pérdidas posibles y muy apto para hacerlo en compañía de los pequeños montañeros de la casa, se funde en la garganta del río Irati que corta la roca durante un kilómetro y tresciento metros de belleza y con verticales que superan los 100 metros.
Las paredes de esta reserva natural son un espacio de ensueño para los pájaros donde se pueden observar a las aves en sus nidos, destacando la presencia del buitre leonado.
Se cruza la presa, para más adelante adentrarse en el segundo túnel, que con su trazado en curva impide distinguir la salida. Este segundo túnel saca del desfiladero al excursionista.
A la derecha, las ruinas del Puente del Diablo, construido con un solo arco de 15 metros de altura destruido por los franceses en la guerra de la Independencia (1812). El puente cruzaba el Irati hasta la villa romana de Ledea (Liedena), por lo que hace suponer que bajo este puente medieval pudo existir uno romano.
Si se sigue la pista el excursionista se acerca a Ledea o puede realizar un bucle balizado con pinturas verdi-blancas, que por encima de la foz vuelve al aparcamiento.